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Virtudes y defectos del líder

miércoles, 15 de enero de 2014

¿Cuántos libros se han escrito sobre Liderazgo?, ¿Cuántos modelos diferentes se han planteado acerca de cómo debe ser un líder para dirigir correctamente a un equipo? No importa la cifra exacta, pero son muchos, muchísimos. En ellos se ofrecen mil recetas de cómo hay que liderar un equipo para llevarlo a la excelencia, pero pocas veces se exponen los peores defectos que puede padecer un líder y que impiden que su función como tal llegue a ser eficaz. Cuando leemos alguno de estos libros, nos esforzamos en encontrar coincidencias entre las virtudes que se identifican en los grandes líderes y las nuestras. Ante un listado de los defectos o carencias propios de un mal jefe deberíamos hacer lo mismo y ver si, por casualidad, nos podemos asignar alguna de ellas, aunque sea lejanamente. Sí, sé que esto es mucho más difícil, es más simple identificarse con virtudes que reconocer defectos en uno mismo, pero también es mucho más sano y, sobre todo, mucho más útil.
Cuando preguntas a los demás por experiencias presentes o pasadas con sus jefes, curiosamente resulta mucho más fácil identificar deficiencias que cualidades (lo que te lleva a constatar, de paso, una triste realidad: jefes hay muchos, pero los líderes auténticos escasean).
¿Cuáles son esos defectos? Veamos alguno de los "elementos" que pululan por nuestras empresas:

¡Sé lo que piensas!



Cada vez estoy más convencido, como dicen algunos expertos, de que la realidad, una única e inmutable realidad, no existe, sino que hay miles de ellas conviviendo en este mundo, tantas como personas lo habitan. Y es que la realidad la conforman nuestras percepciones de lo que sucede a nuestro alrededor. Cada uno ve la vida según su propio criterio, y éste está basado en lo que su cerebro cree que ve, escucha, respira, etc. Y aquí viene el problema: muchas veces el cerebro se equivoca. El pobre está encerrado ahí dentro, solito, intentando enterarse de qué va esta película, interpretando lo que recibe de los sentidos, comparándolo con experiencias pasadas, con modelos que ya tenemos grabados, condicionado por mil factores, lo que provoca que, en muchas ocasiones, se haga un lío de mil demonios (Punset lo explica perfectamente).

Destino


“Es un tío con suerte, la vida le sonríe y sólo le da cosas buenas. Hay gente que nace de pié, con la fortuna de cara, y la tienen a su lado toda la vida. Los demás, en cambio, nos tenemos que conformar con las migajas. Qué injusto es todo. Mírale, con su cochazo, esa casa tan impresionante, tan famoso y querido por todos”.
¿No os suena esta canción? Achacamos el éxito al azar, a la suerte, que para unos pocos es favorable mientras que para otros parece que no existe. La vida es injusta porque lo que le da a algunos se lo quita a otros muchos, sin ninguna razón aparente. Unos nacen con estrella y otros estrellados. Es el destino, nacemos con un Plan de Ruta ya establecido, al que estamos atados y del que no nos podremos apartar hagamos lo que hagamos. Pobrecitos de nosotros, víctimas inocentes de la maldad de unos dioses malos a los que les encanta hacernos la puñeta.
Aquí merece la pena pararse y pensar un poco: ¿qué es el éxito? Tenemos la tendencia de asociarlo con el dinero, lo que pervierte el verdadero significado de esta palabra. No tiene éxito necesariamente quien gana mucho dinero, o quien consigue la fama (…era tan pobre que no tenía más que dinero…) Tiene éxito quien hace lo que se propone de la mejor manera posible, y con ello, además, consigue una alta satisfacción personal. 

Cuento ¿Qué hacemos, jefe?

martes, 14 de enero de 2014

Querido pueblo, os he reunido hoy para compartir con vosotros una seria preocupación que embarga mi alma. Desde que se pudrieron los árboles de la fruta, tras el tenebroso invierno del año pasado, nuestro pueblo, los orgullosos Devoradores de Mangos, ha caído en un pozo del que no sé si podremos salir. Casi no hay comida, nuestros niños se están muriendo de hambre, y nadie parece dar con una solución. Hace ya meses que nuestros sabios ancianos nos recomendaron cambiar de vida: si ya no hay árboles de fruta que nos den de comer, deberíamos buscarnos el alimento por otros medios. Hice caso a su recomendación, y puse a nuestros mejores hombres, los más fuertes y habilidosos de la tribu, en dos grupos: unos debían cazar al gran jabalí con el que compartimos los bosques. Los otros, por el contrario, debían trabajar las tierras que hay cerca de nuestro poblado para intentar cultivar especies que nos suministraran el alimento que necesitamos. Sin embargo, hermanos míos, debo deciros que hemos fracasado. Ya no nos queda ninguna esperanza de poder comernos al gran jabalí. Como nunca hemos cazado, nuestros hombres persiguen a los animales inútilmente. Todos han vuelto al poblado muy deprimidos y llorosos, dándose por vencidos. El otro grupo no ha tenido mejor suerte: tienen las manos heridas y sus lanzas rotas de tanto intentar levantar una tierra que se muestra despiadada. Ha llegado la temporada de lluvias y no han sabido qué hacer para poder sembrar las semillas que habíamos encontrado. Hoy os he reunido para que recéis a nuestros antepasados, ya que ninguna otra cosa nos queda por hacer...

Asesinos de la creatividad


Allá por 1899, el comisionado de la oficina de patentes de EE.UU. Charles H. Duell, decidió recomendar encarecidamente al mismísimo presidente que aboliera la Oficina de Patentes. Le dijo textualmente “Todo lo que puede inventarse, ya se ha inventado”. Creo que se estaba precipitando un poco, ¿no creéis?

Pero nuestro amigo Charles no fue el único que daba consejos “brillantes”. El presidente del Michigan Savings Bank aconsejó al abogado de Henry Ford que no invirtiera en la compañía de su representado, la Ford Motor Company, diciéndole muy seriamente: “El caballo ha llegado para quedarse, el automóvil es sólo una novedad…una moda pasajera”… no quiero imaginar la cara del abogado al comprobar que la Ford subía como la espuma y transformaba la sociedad americana.

Daryl F. Zanuck, fundador de los estudios 20th Century Fox , también fue un gran “visionario” en esto de la innovación y los adelantos tecnológicos. En 1946 comentaba sobre la televisión:“Después de los primeros seis meses, este aparato no se mantendrá en ningún mercado que logre captar. La gente se cansará pronto de mirar todas las noches una caja de madera”. El tiempo no le dio la razón y los estudios cayeron en una grave crisis en los años 50 debido precisamente al auge de la caja de madera.

El ejemplo del Líder


Mientras leía el otro día  unos artículos sobre liderazgo, intentaba hacer una lista de características que sean comunes en personas que son o han sido líderes reconocidos. Hay varias que repiten casi todos los autores que han escrito sobre el tema, y estoy de acuerdo en que todas ellas son necesarias en una persona para que pueda ser considerada un buen líder. Así, sabemos que los líderes tienen la capacidad necesaria para planificar y definir estrategias: saben a dónde van, a dónde quieren llevar a su equipo y qué hacer para conseguirlo. Un líder conoce sus fortalezas y las sabe aprovechar; además, conoce a su equipo y complementa las habilidades de todos para conseguir el máximo rendimiento en las tareas que realizan. Son buenos comunicadores, tienen carisma y la inteligencia emocional necesaria para manejar sus propios sentimientos y emociones, de la misma manera que lo hacen con las de los demás.
El líder crece, mejora, y además desarrolla a su gente, formándoles y dándoles oportunidades para demostrar su valía. Además, poseen una gran perseverancia que les permite conseguir los objetivos que se proponen, superando dificultades que para otros son insalvables.
Hay algo de lo que no se suele hablar, y que, sin embargo, es muy   importante a la hora de describir cómo debe comportarse una persona para ser considerada un buen líder. Me refiero a la necesidad de dar ejemplo en todo lo que hace y lo que dice.
Ya se ha quedado desfasada, por estar incompleta, la idea del líder angelical, que sólo se preocupa del bienestar de sus subordinados y que sirve únicamente para cuidar de su motivación. Una especie de figura angelical, rozando lo divino, que va siempre a nuestro lado ofreciendo su hombro para nuestras quejas, miedos y tristezas. Esta faceta es necesaria en el líder, pero no debemos olvidar que, además, debe ser exigente.