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Tecnópolis

miércoles, 19 de marzo de 2014

Tecnópolis es la sociedad de la información en la que el poder de la tecnología es absoluto. El autor norteamericano que ha acuñado el término, Neil Postman, sin llegar a ser tecnófobo, sí advierte de los peligros de este nuevo Leviatán. Sabe que el desarrollo es inevitable. Por eso avisa. Tecnópolis se cuela subrepticiamente en la mentalidad de los banqueros, amas de casa, médicos....y deportistas.
Cuando hace mucho tiempo comencé a patear el balón, la estadística era una simple abstracción, una parte aburrida de las matemáticas que debía aprobar en selectividad. Hoy la estadística ha dejado de ser aquella abstracción y se ha convertido en una de las tecnologías con más preponderancia en el deporte. Los estudiosos y profesionales analizan la realidad a través de los ojos de esta diosa del cálculo. Consideran que gracias a ella se dejan al descubierto patrones y comportamientos de los jugadores .Se despedaza la existencia en minúsculos trocitos: tiros a puerta, robos y pérdidas de balón, minutos jugados...Cuantos más datos, mejor. La autoridad, el rigor y la objetividad de la estadística parecen incontestables. El deportista es un número, una fría cifra. Así, si en el partido marcas dos goles, das tres asistencias y no fallas pases, para el periodista deportivo eres un tres. Pero si no tienes el día, no pasas de ser un jugador cero o , como mucho, un jugador uno. ¿ Para eso se lucha durante tantos años? ¿ Para ser algo equivalente a cero ? ¿ Y cómo se mide lo sustancial en deporte: la inteligencia, el genio, la actitud o el estado de ánimo? Supongo que los estadistas tendrán respuesta segura. A pesar de ello, yo me niego a conocer el lugar exacto del cerebro donde surge la idea brillante o a catalogar el oculto recoveco del corazón que impulsa el talante.
Tecnópolis sigue su curso. La deificación de la tecnología tiene cada vez más adeptos. El culto al teléfono móvil es buen ejemplo. Desde luego, esta ascua electromagnética que achicharra el globo ocular aporta enormes ventajas al mundo moderno, como la de acercar la lejanía. No obstante, socava los valores colectivos, potenciando la individualidad, la distancia y el aislacionismo. Y del mismo modo que acerca la lejanía, también aleja la cercanía. Me explico. En la "Era Inmóvil", al acabar los partidos, los jugadores compartíamos los pesares y las alegrías en el vestuario y , más tarde, tomándonos unas cañas en el bar. Era un círculo humano, íntimo, cercano y cerrado. En la "Era Móvil", cuando el árbitro pita el final del encuentro, el vestuario y los alrededores son lo más parecido a la película: " La noche de los muertos vivientes". Hay zombis por doquier. Cada cual a su bola y con ese diminuto móvil adosado a la oreja. Los familiares y amigos, alejados por la distancia, se enteran ipso facto de la zozobra o la satisfacción, pero sus compañeros, los parientes más próximos en esos momentos, están en realidad a kilómetros de distancia. La primera reacción, la más valiosa, se escapa por el inodoro del teléfono. Y aquel círculo, aquella pandilla se resquebraja.
Si piensas que las nuevas tecnologías son la forma más sublime de desarrollo humano, si crees que es imposible transmitir conocimientos sin usar números o si confundes la información con la comprensión, entonces es que formas parte de Tecnópolis. Hazme caso: no creas en algo que no tiene corazón.

Por Julio García Mera - Director Deportivo Inter Movistar

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